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Nada es tamal en esta vida: Un relato sobre el equilibrio y el sentido

El sentido de comer y vivir tamal
un mundo sin sentido

Nada es tamal en está vida

Relato

Nada es tamal en esta vida, porque si todo fuese tamal, no tendría sentido comer.

esencia de Miguel

Era una mañana como cualquier otra. Miguel despertó con el sonido del tráfico matutino y el aroma del café recién hecho llenando su pequeño departamento. Se desperezó lentamente, revisó su teléfono y se dirigió a la cocina. Como de costumbre, tomó un tamal de rajas del refrigerador, lo metió al microondas y esperó mientras pensaba en su día.

Nada parecía fuera de lo normal.

Salió a la calle, saludó al portero y se dirigió a su cafetería de siempre. Al llegar, ordenó lo de siempre: café negro y un tamal más para el camino. La ciudad seguía su ritmo habitual, con vendedores ambulantes ofreciendo atole en las esquinas y oficinistas apresurados con sus mochilas al hombro.

Pero entonces, al darle el primer sorbo a su café, algo extraño sucedió.

El líquido espeso que bajaba por su garganta no sabía a café. No sabía a nada… hasta que se dio cuenta de que su textura era distinta. Tosió y lo escupió de inmediato.

—¡Qué demonios! —exclamó, mirando su taza con horror.

Era masa.

Parpadeó confundido y miró dentro de su taza. Lo que una vez fue café ahora era un tamal semilíquido. Miró a su alrededor y su desconcierto se convirtió en horror. Los demás clientes también notaban cambios en sus alimentos: el pan se desmoronaba en hebras de maíz, los cubiertos se volvían pequeñas hojas de plátano y los celulares en sus manos comenzaban a sentirse pegajosos.

El mundo había cambiado.

Y no había vuelta atrás.

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Al mirar por la ventana, el caos ya se había desatado. Personas corrían desesperadas; algunas gritaban de terror, mientras otras lloraban de felicidad por la abundancia infinita. Pero pronto, la euforia se convirtió en horror.

La noticia se propagó con rapidez: todo en el mundo se estaba convirtiendo en tamal.

Los científicos llamaron al fenómeno Tamalisación Universal Irreversible, pero la gente común lo llamaba simplemente El Gran Tamalazo. A las pocas horas, los edificios eran tamales gigantes, los autos dejaban rastro de salsa roja al avanzar y las mascotas, para el horror de sus dueños, se volvían tamales con ojitos de masa.

La ciencia intentó explicarlo. “Una anomalía molecular”, decían. “Un colapso del orden natural.” Pero Miguel lo entendió de inmediato: el equilibrio de la vida se había roto.

🔥 El colapso de la existencia

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Los primeros días fueron un festín. “¡Nunca más pasaremos hambre!”, celebraban algunos.

Pero entonces la realidad golpeó con fuerza:

  • 🌊 El agua desapareció. La gente solo podía beber el vapor de los tamales.
  • 🔧 No había tecnología. Las herramientas, los autos, incluso los edificios se habían transformado en tamales gigantes.
  • 🔤 Las palabras se desvanecieron. Nadie podía decir nada que no fuera “tamal”.
  • 💀 Las personas comenzaban a transformarse. Algunos ya estaban envueltos en hojas de maíz sin poder moverse.

Miguel, desesperado, fue en busca del anciano más sabio del pueblo, Don Matías, un viejo vendedor de tamales de los tiempos antes del desastre. Lo encontró sentado en la plaza, aún con su canasta intacta.

—¡Don Matías! ¡Todo es tamal! ¡El aire huele a tamal! ¡Los ríos son tamales de dulce! ¡El sol parece un tamal en llamas!

El anciano lo miró con calma y le ofreció un tamal de mole.

  • —Nada es tamal en esta vida, muchacho —dijo con solemnidad—, porque si todo fuese tamal, no tendría sentido comer. *

El aburrimiento y la desesperación consumían a la humanidad. Si todo era lo mismo, nada tenía sentido.

⚖️ El regreso del equilibrio

Miguel sintió un escalofrío. Miró a su alrededor y entendió la tragedia: el equilibrio del mundo había desaparecido. Comer tamales ya no era especial, porque no existía nada más. La humanidad estaba condenada a un mundo sin contraste, donde lo único que quedaba… era más tamal.

—Pero… si todo es tamal, ¿qué hacemos? —preguntó Miguel, con la desesperación de quien se enfrenta al sinsentido de la existencia.

Miguel, en su desesperación, intentó dejar un mensaje. Con un tamal semisólido, escribió en el suelo:

“Nada es tamal en esta vida, porque si todo fuese tamal, no tendría sentido comer.”

Don Matías sonrió y sacó algo de su bolsillo: una torta de chilaquiles.

El universo pareció estremecerse.

El mundo tembló. Una grieta se abrió en el suelo, y por primera vez en horas, algo que no era tamal existía en la realidad.

Miguel entendió lo que debía hacer. Se llevó la torta a la boca y, con el primer bocado, el universo comenzó a reconstruirse.

Los árboles volvieron a ser árboles. Los teléfonos dejaron de ser tamales. Y la gente, con lágrimas en los ojos, abrazó el regreso de la diversidad culinaria.

Desde aquel día, Miguel dedicó su vida a recordar la lección: nada debe ser absoluto, porque sin variedad, la existencia pierde sabor.

Un destello cegador lo envolvió todo…

… y Miguel despertó en su cama.

Corrió a la cocina, con el corazón latiendo acelerado. La alacena tenía pan, fruta, cereal, café…

El agua fluía del grifo.

Miró su teléfono. El internet funcionaba con normalidad.

Todo había vuelto a la normalidad.

Respiró hondo, tomó un tamal y le dio un mordisco con gratitud. El equilibrio había sido restaurado.


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Reflexión

La frase “Nada es tamal en esta vida, porque si todo fuese tamal, no tendría sentido comer” nos invita a reflexionar sobre el equilibrio y la diversidad en la existencia. Si solo conociéramos un único sabor, una única experiencia, o una única forma de vivir, entonces perderíamos la capacidad de apreciarla.

Así como un tamal es especial porque se distingue de otros alimentos, nuestras experiencias tienen valor porque contrastan con lo que las rodea. La felicidad se reconoce gracias a la tristeza, el descanso se disfruta porque existe el cansancio, y el éxito tiene sentido porque conocemos el esfuerzo.

La vida necesita variedad para tener significado. Si todo fuera siempre igual, sin cambios ni contrastes, dejaríamos de valorar lo que tenemos. Por eso, en lugar de desear que todo sea perfecto o uniforme, debemos aprender a apreciar la diversidad de momentos, sabores y emociones que nos ofrece la vida.

  • La felicidad solo se reconoce cuando hemos sentido tristeza.
  • El descanso se disfruta porque existe el cansancio.
  • El éxito tiene sentido porque conocemos el esfuerzo.

📌 Moraleja: La vida es especial porque está llena de diferencias. Aprende a disfrutar tanto lo bueno como lo malo, porque todo forma parte del balance necesario para darle sentido a nuestra existencia.


la esencia del tamal

¿Y tú? ¿Cómo crees que sería un mundo donde todo se convirtiera en lo mismo? Déjamelo en los comentarios.

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